Blanco Titanio
De todas las
sensaciones que proyectabas en mi, sin duda esta era mi favorita.
Ese gesto impersonal
de acercarte sin que hubiera forma
posible de preverlo y escaparte igual, en silencio para verme picar, dejando
saborear unos milímetros de la cima de una montaña colosal, que con sólo el
pico endulzaba la atmósfera hasta amargar los labios.
La culpa era mía,
claro. Aun conservaba la voluntad de decirte que no. Pero no es tan fácil
renunciar al placer de un dolor tan particular.
Y era ese escozor
interno la señal inequívoca de que fluía por mis circuitos otra vez ese veneno.
Negro y espeso . Te hincha la lengua y ablanda el cerebro, paraliza mi boca
para pronunciar un "vámonos a otro sitio", pero no consigue dormirme
las manos como antes. Nunca me he planteado decirte lo anterior pero al menos
puedo escribir sobre ello, mientras te oigo callar.
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