Sinceramente, si. La cagabas de manera catastrófica con tanto desprecio, tus vulgaridades y golpes bajos. Pero claro, una mirada tuya o un gesto sutil con la mano enriquecía tanto el ambiente, que era francamente difícil mantener el ritmo . Además no sé de que me quejo, siempre y cuando fueran acompañados de alguna caricia física o verbal disfrutaba de tus descalificaciones y en muchos casos (sin lugar a dudas) las provocaba.
Había llevado tanto tiempo ese saco de personalidades cambiantes a cuestas que encontrarlas de nuevo contigo fue toda una revelación, una revelación deliciosa y mucho mas delicioso aun, que las compartieras conmigo y las usaras contra mi.